domingo, 13 de mayo de 2012

Comisiones de Investigación y de la Verdad

Comisión de Investigación: Delegaciones Parlamentarias de carácter interno, con poca o nula eficacia jurídica, que tratan en lo fundamental de la responsabilidad política que, como todo el mundo sabe, brilla por su ausencia;

Comisión de la Verdad: Recursos extraordinarios que ponen en marcha los países para tratar de aclarar hechos y delitos graves, con objeto de cerrar las heridas del pasado

Su eficacia está en la seriedad de las personalidades independientes que forman estas Comisiones de la Verdad y que buscan, por encima de componendas políticas, la reconciciación social en base a la verdad de los hechos. Sus objetivos son mucho más ambiciosos ya que buscan Verdad, Justicia y Reparación, en la medida que pueda alcanzar una sociedad

Las Comisiones de Investigación (como las imposibles en España Comisiones de la Verdad) se forman exclusivamente entre los diputados, a propuesta de los partidos con representación parlamentaria. Nosotros lo único que podríamos hacer es acudir cuando seamos citados formalmente para responder aquellas preguntas que la Comisión crea conveniente formular. Por lo conocido hasta ahora esta Comisiones sólo sirven para aparecer en los medios y son nada resolutivas.  

Las Comisiones de Investigación (como la que se puso en marcha, más bien una pantomima, en la Asamblea de Madrid a raíz del llamado "tamayazo") son en nuestro país muy poco eficaces, por decir algo. Son comisiones elegidas de entre los diputados o parlamentarios, procurando el equilibrio de fuerzas representatuvas, para intentar averiguar el alcance y gravedad de un problema surgido, por lo general en el ámbito parlamentario afectado. Sus conclusiones no suelen pasar de meras recomendaciones, sin alcance jurídico relevante. Son comisiones de carácter interno parlamentario.

Otra cosa son las llamadas Comisiones de la Verdad. En nuestro país no están reguladas. La experiencia existente proviene del ámbito internacional. La más conocida es la puesta en marcha en Sudáfrica para delimitar las posibles responsabilidades en las que se incurrieron en el largo perído de separación racial (el "apartheid") y para lo que se recurrió a personalidades ajenas al Parlamento, como el arzobispo Desmond Tutú. Fue una verdadera catarsis social y supuso la cicatrización de una enorme fractura social derivada de un régimen humillante y sangriento que había provocado la previa condena internacional. En España sería la única solución al pesado lastre del franquismo, como ya ha sido exigido por Baltasar Garzón. Humildemente yo había adelantado mi pequeña voz en esa misma dirección, por lo que el largo y elocuente artículo del magistrado injustamente expulsado, fue sin duda muy gratificante. 


Francisco González de Tena

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