PARA LOS RELIGIOSOS LOS MENORES SON "SEDUCTORES" Y "PROVOCADORES"

Martes, 4 de septiembre de 2012  C. Venaya - Canarias Semanal

"Los jóvenes de "14, 16 y 18 años son unos seductores. Los curas en las situaciones de abuso sexual "no buscan cometer un crimen", por lo que no deberían ir a la cárcel". De esta manera se pronunciaba el sacerdote estadounidense Benedict Groecher, en una entrevista concedida recientemente  al National Catholic Register.

En diciembre de 2007, en un lugar tan alejado de los Estados Unidos como las Islas Canarias, el Obispo de TenerifeBernardo Álvarez provocaba también un efímero escándalo  por sostener exactamente el mismo tipo de planteamiento que su colega anglosajón."Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo (con los abusos) y además, deseándolo, incluso si te descuidas te provocan”, aseguraba entonces el obispo con absoluto desparpajo. Tras realizar estas declaraciones en una entrevista concedida a un periódico local, Álvarez se permitió condenar la homosexualidad asimilándola a las agresiones sexuales. "La persona practica la homosexualidad  -aseguró la máxima autoridad de la Iglesia católica en Tenerife - como puede practicar el abuso de menores". En ese caso, no obstante, el obispo no contempló eximentes para "el vicio nefando" equivalentes a la "provocación" de los menores de 13 años.

    La barbaridad de Bernardo Álvarez, huelga decirlo, no tuvo la más mínima consecuencia. Entre quienes se esforzaron para quitar yerro al asunto se encontró incluso el entonces alcalde de Las Palmas de G.C. y presidente de los socialistas canarios Jerónimo Saavedra. Quien durante más de la mitad de su vida tuvo que mantener en secreto su condición de homosexual se limitó a manifestar que las palabras del obispo “no le habían parecido muy oportunas”, y que tales declaraciones solo respondían a una interpretación ”personal”.

 Los medios de comunicación tradicionales se hicieron eco de la noticia durante unos días con su habitual superficialidad. Pero ni siquiera la pública justificación de la pederastia por parte de un obispo bastó para romper la “ley del silencio” que impera en el Estado español cuando la Iglesia católica está de por medio.

¿Cuántos miles de niños de la postguerra tuvieron sus primeras experiencias sexuales bajo el “tutelaje” de curas lascivos, que descargaban su sexualidad reprimida sobre sus obedientes y temerosos pupilos? ¿Cuántos años se tardará en recuperar esta escabrosa  parte de nuestra “memoria histórica”?

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